1 minuto de silencio
artistas Francis Alÿs y Rafael Ortega
Al comienzo existe una situación en la que mucha gente cruza caminos.
Si una persona le pide a otra hacer silencio y esta a otra y esta a otra, hasta que todos los sonidos en la escena enmudezcan o se atenúen... entonces, tal vez, podría generarse un minuto de silencio.
Con la generosa ayuda de un grupo de 35 panameños y 10 artistas nicaragüenses (que viajaron a Panamá para participar en el proyecto) intentamos repetidamente silenciar diversos espacios densamente poblados (tanto cerrados como al aire libre) con la intención de materializar/esculpir un minuto de silencio. El concepto implicaba operar deliberadamente dentro de un marco abstracto y neutral. Ningún significado específico sería atribuido o dedicado al Minuto, dejando su espacio abierto a múltiples lecturas; tantas como individuos participantes en el acto. O mejor aún: en lugar de significado, produciríamos una experiencia sensorial, en sutil expansión, que finalmente lograse alcanzar su más pura existencia material.
Detrás de este sencillo esquema había una segunda intención: la de introducir a un equipo de voluntarios —nuestros “agentes propagadores de silencio”— a la amplia gama de actitudes y conductas que ofrece la práctica del arte contemporáneo, así como investigar las posibles maneras de operar dentro de un complejo ambiente urbano. En otras palabras, una especie de “ejercicio en vivo” de nuestra praxis. A lo largo de intentos sucesivos, con sus eventuales éxitos o fracasos, vivimos un proceso de aprendizaje. Trabajamos en la creación de un método de “guerrilla” para la propagación del silencio, invadiendo (por así decirlo) cada locación escogida, reaccionando a cada nueva situación y adaptándonos constantemente a las nuevas circunstancias. Sin un plan predeterminado —a no ser por una lectura rápida e intuitiva de cada situación presentada— hicimos diversas intervenciones a lo largo de cuatro días: en el vestíbulo de la Lotería Nacional, en un tradicional café del centro histórico de la ciudad, en una calle populosa invadida por dos equipos de fútbol, en la ceremonia inaugural de ciudadMULTIPLEcity, en una vía peatonal de gran intensidad comercial, durante un programa radial en vivo, etc.
Durante el segundo día del proyecto, las bombas comenzaron a caer sobre Bagdad y, con absoluta naturalidad, el vacío del minuto silencioso se cargó de la terrible urgencia del momento. Lo que había sido un mero caso de estudio pasó a convertirse, de la noche a la mañana, en una protesta silenciosa, espontánea y sutil, capaz de canalizar nuestra frustración ante la apatía oficial y la escandalosa cobertura de los medios. Lo que había comenzado como una frágil estrategia conceptual, se tornó en un mínimo acto de solidaridad, en una respuesta directa a los absurdos eventos que estaban sucediendo. La gente en la calle comenzó a colaborar silenciosamente, pidiendo a otros que apagasen radios, televisores, aires acondicionados o los motores de sus autos... hasta llegar a materializar, en silencio, durante un solitario minuto, un sentimiento común.
Francis Alÿs y Rafael Ortega