Proverbios chinos
artista Ghada Amer
Una noche de marzo de 2003, Ghada Amer se preparaba para realizar una de las hazañas más desafiantes en su estadía en Panamá: cruzar la Avenida Balboa. Faltaban pocos días para la inauguración de ciudadMULTIPLEcity. La artista recorría la ciudad para determinar los lugares exactos donde instalaría su proyecto. Desde la acera de la Contraloría, el otro lado de la calle le parecía un destino imposible al verlo a través de la membrana de seis paños de carros que pasaban sin parar a más de 80 Km. por hora. Sonreía nerviosamente hasta que, en un momento repentino, aprovechó que la calle se libró de circulación vehicular y emprendió su precipitada carrera. Ya del otro lado —luego de haber esquivado un autobús con la imagen pintada de Osama Bin Laden, un Lexus con calcomanías de figuritas que representan a cada miembro de la familia y un Toyota con la frase “Dios es Invencible”— reflexionaba sobre lo desconsiderada que es la ciudad de Panamá con sus peatones. Mientras retomaba su aliento sumaba este dato a toda la lista de peculiaridades que había ido descubriendo de Panamá. Datos que eran el elemento principal en la concepción de su proyecto.
Amer concibió de esta forma un proyecto para una ciudad en la que humildes casas de madera están al pie de rascacielos ostentosos que imitan lo mejor de la arquitectura de Las Vegas; en la que miles de letreros invaden a los habitantes anunciando todo tipo productos; en la que los escándalos políticos son tan comunes que verdaderamente no escandalizan a nadie.
Su plan consistió en instalar letreros con proverbios chinos en lugares estratégicos de la ciudad: una forma eficaz de captar la atención y hacer reflexionar a una población que transita sin captar las realidades urbanas. La sencillez de los proverbios permite múltiples lecturas e interpretaciones dependiendo del espectador y el contexto. Para amarrar estas frases orientales al contexto panameño, Amer trabajó con pintores de los “diablos rojos”, los famosos autobuses coloridos de la ciudad, quienes ilustraron cada proverbio según su concepción y estilo.
Así, el 20 de marzo, al pie de la colina donde está el edificio de la Administración del Canal amaneció un letrero que decía Ocupa la cima para controlar. Al lado de de un McDonald’s y de un Wendy’s estaba Si comes menos, saboreas más estaba. Junto a la fachada del edificio de la Contraloría se leía Por amor al dinero, callará la verdad. El perfil de la ciudad visto desde la Avenida Balboa era el marco para Lo que ves es cierto, lo que oyes quizás no. Camino a la Universidad Nacional, junto a la iglesia Nuestra Señora del Carmen, otro mensaje leía La paz solo llega cuando gobierna la razón, y a la impactante vista de los rascacielos de Punta Paitilla, detrás de las casas humildes de Boca La Caja, se añadió La pobreza sin quejas es dura, así como la riqueza con arrogancia.
Aunque el blanco de Amer radicaba en despertar interpretaciones personales en cada espectador, el proyecto terminó con una repercusión social mucho más fuerte. A escasas horas de haberse instalado el letrero frente a la Contraloría, este fue removido por funcionarios de la alcaldía, cumpliendo con la petición del Contralor. Otros dos letreros desaparecieron días mas tarde, esta vez sin explicación alguna por parte del alcalde.
Estas acciones autoritarias revelaron que aun a pesar del tiempo que ha transcurrido, Panamá no logra sanar las heridas que han quedado después de décadas de dictadura. La represión a la cual el país estuvo sometida por más de 20 años produjo un pueblo conformista con pocos ánimos de expresarse y, por consiguiente, una clase gubernamental con escasa tolerancia a críticas y desacuerdos. Cuando protestamos públicamente por las misteriosas desapariciones, las autoridades (negando su autoría en los ultrajes) alegaron que a pesar de que cada letrero contaba con su permiso, varios de estos sitios no estaban destinados para la instalación de vallas. En estos días, sin embargo, pasado ciudadMULTIPLEcity y pocos meses antes de las elecciones, todas estas áreas supuestamente vedadas para letreros se han llenado de vallas mostrando colores chillones y espantosos rostros con sonrisas falsas que suplican a la población por votos para algún cargo político.
Ramón Zafrani